Hace tiempo que al ser humano la Tierra se le quedó pequeña y decidió ampliar horizontes. Primero fue la Luna, y desde hace décadas, Marte se ha convertido en el objetivo de «colonización». Pero el planeta rojo, el leitmotiv de guionistas y escritores de ciencia ficción, aún dista mucho de ser un lugar apropiado en el que deshacer las maletas. Porque hacer un viaje por el espacio puede hacernos envejecer y transformar nuestro organismo en el de un anciano de 80 años. Así lo revela un estudio de la Universidad de Milwaukee, Wisconsin (Estados Unidos). La investigación se llevó a cabo con un grupo de astronautas que permaneció seis meses en la Estación Espacial Internacional. 180 días a bordo del laboratorio orbital en el que cada uno de ellos se sometió a una biopsia antes de despegar e inmediatamente después de regresar a la Tierra. El resultado: pérdida del 30 por ciento de la fuerza muscular, lo que equivaldría a que un individuo de entre 30 y 40 años tuviese los músculos de uno de 80. A esto se suma un descenso del 40 por ciento de la fibra de los músculos de los gemelos, que al parecer, sufren más en el espacio que otras partes del cuerpo, y son sumamente importantes para el equilibrio.
Según explica a este semanario el catedrático de Biología y principal investigador del estudio, Robert Fitts, «en trabajos anteriores ya estudiamos los efectos de un vuelo más corto sobre la función muscular. En aquella ocasión apreciamos una pérdida del 20 por ciento de las fibras musculares de contracción larga». Por su parte, Eric Kerstman, miembro del departamento de Proyectos Avanzados de la Universidad de Texas, explica que «la larga duración en un vuelo espacial expone a los astronautas a una microgravedad prolongada que supone múltiples efectos fisiológicos, incluyendo la pérdida de masa ósea, de músculo y cierta debilidad, así como alteraciones en los nervios vestibulares (la vía para los reflejos del equilibrio) que provocan mareos».
Según explica a este semanario el catedrático de Biología y principal investigador del estudio, Robert Fitts, «en trabajos anteriores ya estudiamos los efectos de un vuelo más corto sobre la función muscular. En aquella ocasión apreciamos una pérdida del 20 por ciento de las fibras musculares de contracción larga». Por su parte, Eric Kerstman, miembro del departamento de Proyectos Avanzados de la Universidad de Texas, explica que «la larga duración en un vuelo espacial expone a los astronautas a una microgravedad prolongada que supone múltiples efectos fisiológicos, incluyendo la pérdida de masa ósea, de músculo y cierta debilidad, así como alteraciones en los nervios vestibulares (la vía para los reflejos del equilibrio) que provocan mareos».
Marte ¿inalcanzable?
Además la radiación cósmica podría provocar alteraciones en el ADN y derivar en cáncer, un hecho que preocupa seriamente a los investigadores. Y si se tiene en cuenta que según la NASA se tardarían unos 10 meses en alcanzar la superficie marciana, más un año de estancia y otros 10 meses de vuelta, sería una misión de unos 3 años en el espacio. Demasiado tiempo para que el cuerpo resista.
Fitts afirma que «la habilidad de los astronautas para realizar su trabajo en Marte se podría ver afectada, ya que la mayoría de los músculos reducirían su capacidad en un 50 por ciento. Los miembros de la misión se fatigarían más rápido de lo normal y tendrían dificultades para llevar a cabo cualquier trabajo rutinario. Y el viaje de vuelta a la Tierra sería peligroso, «porque serían físicamente incapaces de realizar una evacuación ágil, en caso de un aterrizaje de emergencia».
Fitts afirma que «la habilidad de los astronautas para realizar su trabajo en Marte se podría ver afectada, ya que la mayoría de los músculos reducirían su capacidad en un 50 por ciento. Los miembros de la misión se fatigarían más rápido de lo normal y tendrían dificultades para llevar a cabo cualquier trabajo rutinario. Y el viaje de vuelta a la Tierra sería peligroso, «porque serían físicamente incapaces de realizar una evacuación ágil, en caso de un aterrizaje de emergencia».
La pérdida del 30 % de la fuerza muscular, equivaldría a que un individuo de entre 30 y 40 años tuviese los músculos de uno de 80.
Huesos y arterias
Vistas algunas de las repercusiones de pasar una temporada en el espacio, habrá quien prefiera ser testigo de la carrera espacial sentado en el sofá, delante del televisor. Más aún si se enteran de que también pueden surgir alteraciones cardiovasculares que provoca la ingravidez. «Los huesos sufren cierta desmineralización y se produce una alteración de la tensión arterial, debilitamiento del sistema inmune y trastornos del sueño», aclara el médico y astronauta de la National Aeronautics and Space Administration (NASA), Robert Thirsk.
Cuesta creer que este tipo de «pasajeros» tan preparados y que se someten a duras sesiones de entrenamiento y controles constantes, puedan sufrir tanto.
«En el estudio comprobamos que esto ocurrió porque el dispositivo de entrenamiento de resistencia al que se sometían los astronautas era inadecuado, de ahí que perdieran más masa muscular. Si se ejercitaran de una forma correcta, serían capaces de mantener aquella ventaja en el espacio».
Por otro lado, el experto afirma que los que tienen más músculo también tienen más masa que se puede perder. «Imagine que es usted una persona que no hace nada de ejercicio. Sus músculos serán más pequeños y débiles y se acercarán más a la condición de microgravedad del espacio, por lo que tendrá menos masa que eliminar que otro individuo más musculoso», especifica Fitts. ¿Cuáles serían entonces las pautas para evitar en la medida de los posible las nocivas consecuencias de un viaje espacial? Los investigadores afirman que deben realizar ejercicios específicos diarios destinados a neutralizar estos cambios fisiológicos. Un programa de entrenamiento adecuado incluiría ejercicios que aporten gran resistencia y una amplia variedad de movimientos similares a los ocurridos en la atmósfera de la Tierra. «Sin embargo, a pesar del empleo de estas técnicas, los cambios fisiológicos no se pueden prevenir completamente, concluye Fitts.
Por su parte, Eric Kerstman especifica que «en la actualidad los científicos están investigando diversas medidas para mejorar la capacidad de neutralizar estos cambios en el organismo de los pasajeros». En este sentido, «la gravedad artificial es una medida que potencialmente podría prevenir todos estos cambios asociados con el entorno de microgravedad de un vuelo espacial, pero es un instrumento tecnológicamente difícil».
Cuesta creer que este tipo de «pasajeros» tan preparados y que se someten a duras sesiones de entrenamiento y controles constantes, puedan sufrir tanto.
«En el estudio comprobamos que esto ocurrió porque el dispositivo de entrenamiento de resistencia al que se sometían los astronautas era inadecuado, de ahí que perdieran más masa muscular. Si se ejercitaran de una forma correcta, serían capaces de mantener aquella ventaja en el espacio».
Por otro lado, el experto afirma que los que tienen más músculo también tienen más masa que se puede perder. «Imagine que es usted una persona que no hace nada de ejercicio. Sus músculos serán más pequeños y débiles y se acercarán más a la condición de microgravedad del espacio, por lo que tendrá menos masa que eliminar que otro individuo más musculoso», especifica Fitts. ¿Cuáles serían entonces las pautas para evitar en la medida de los posible las nocivas consecuencias de un viaje espacial? Los investigadores afirman que deben realizar ejercicios específicos diarios destinados a neutralizar estos cambios fisiológicos. Un programa de entrenamiento adecuado incluiría ejercicios que aporten gran resistencia y una amplia variedad de movimientos similares a los ocurridos en la atmósfera de la Tierra. «Sin embargo, a pesar del empleo de estas técnicas, los cambios fisiológicos no se pueden prevenir completamente, concluye Fitts.
Por su parte, Eric Kerstman especifica que «en la actualidad los científicos están investigando diversas medidas para mejorar la capacidad de neutralizar estos cambios en el organismo de los pasajeros». En este sentido, «la gravedad artificial es una medida que potencialmente podría prevenir todos estos cambios asociados con el entorno de microgravedad de un vuelo espacial, pero es un instrumento tecnológicamente difícil».
La larga duración en un ambiente espacial expone a los astronautas a una microgravedad prolongada con efectos fisiológicos.
Lo próximo
Mientras, las comunidad científica trata de buscar la mejor solución para poder izar bandera como ya se hiciera en la Luna. El astronauta de la NASA, Robert Thirsk, concluye que «la siguiente gran aventura en el espacio será la exploración del sistema interior solar. Dentro de las próximas dos décadas, esperamos a astronautas que exploren la superficie planetaria de Marte. Esta clase de misiones no serán posibles hasta que nosotros solucionemos las dificultades médicas asociadas con la vida en un entorno ingrávido y con las exposiciones elevadas a la radiación de ionización. Seguiremos usando las instalaciones de investigación a bordo de la Estación Internacional Espacial para solucionar estos inconvenientes y proteger la siguiente generación de viajeros espaciales».
Fuente: La Razón
El dispositivo avanzado para ejercicios de resistencia de la NASA, el ARED (Advanced Resistive Exercise Device).
Quantum opina:
Los aparatos de entrenamiento físico diseñados para los astronautas pueden incrementar considerablemente la movilidad durante la vejez, afirmaron científicos alemanes en un congreso en Berlín.
"Los músculos y huesos durante el envejecimiento, en el sofá o en la cama, están confrontados con el mismo problema que en el espacio exterior", dijo Martin Runge, director médico de la clínica Aerpah de Esslingen, en Alemania. Según Runge, "la buena noticia es que ningún órgano del cuerpo se puede entrenar tan bien hasta en edades muy avanzadas como los músculos". Un estudio de envejecimiento realizado entre cincuenta jubilados y sus esposas investigó con qué métodos se pueden mejorar las capacidades motoras de la manera más efectiva posible. Entre dichos métodos se probó el sistema Galileo, un aparato de estimulación muscular diseñado para vuelos espaciales. Con tan sólo dos tandas de entrenamiento semanales de nueve minutos cada una se consiguió incrementar en tres meses en más de un 20% la capacidad muscular de los participantes en el experimento.
Con métodos tradicionales, se hubiera necesitado 20 veces más tiempo para conseguir un efecto similar. Runge afirmó que estar en forma en la vejez es importante para evitar caídas y, con ello, fracturas de cadera y otras roturas peligrosas. Una tercera parte de los mayores de sesenta y cinco años se cae por lo menos una vez al año, según el experto. De los que están en residencias de ancianos, casi la mitad sufre caídas. Además, según Runge, entre los mayores de ochenta y cinco años casi una cuarta parte de los hombres y más del 40% de las mujeres no pueden subir solos las escaleras. El sistema Galileo estimula los músculos utilizados al correr, aunque la frecuencia es mucho más alta. Un entrenamiento de un minuto con el dispositivo a una frecuencia de 25 hercios equivale según Runge a 1 500 pasos por minuto. Además de la recuperación muscular, el aparato mejora la circulación sanguínea, la digestión y el control de la vejiga.
Temas relacionados:
http://quamtum.blogspot.com/2010/08/desgaste-muscular-en-astronautas-es-el.html
http://quamtum.blogspot.com/2010/02/la-gravedad-y-sus-efectos-en-los.html
http://quamtum.blogspot.com/2010/05/r2-robonaut-2-el-robot-humanoide-de-la.html
http://quamtum.blogspot.com/2009/09/luego-de-30-anos-viajando-en-el-espacio.html
http://quamtum.blogspot.com/2009/07/los-riesgos-de-un-viaje-marte.html
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Con métodos tradicionales, se hubiera necesitado 20 veces más tiempo para conseguir un efecto similar. Runge afirmó que estar en forma en la vejez es importante para evitar caídas y, con ello, fracturas de cadera y otras roturas peligrosas. Una tercera parte de los mayores de sesenta y cinco años se cae por lo menos una vez al año, según el experto. De los que están en residencias de ancianos, casi la mitad sufre caídas. Además, según Runge, entre los mayores de ochenta y cinco años casi una cuarta parte de los hombres y más del 40% de las mujeres no pueden subir solos las escaleras. El sistema Galileo estimula los músculos utilizados al correr, aunque la frecuencia es mucho más alta. Un entrenamiento de un minuto con el dispositivo a una frecuencia de 25 hercios equivale según Runge a 1 500 pasos por minuto. Además de la recuperación muscular, el aparato mejora la circulación sanguínea, la digestión y el control de la vejiga.
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2 comentarios:
Hola Juan Carlos,
En parte es normal que esto suceda.
Pero con el tiempo se lograra las formas y sustancias que evitaran estas consecuencias.
El ejercicio es totalmente imprescindible a la hora de mantener nuestra salud y agilidad.
No debería ser un lujo, debería ser una forma al alcance de todos, se evitaría y reduciría mucho en gasto sanitario a la vez que en sufrimiento, mejorando la calidad de vida de la persona que lo realiza.
El hecho de no hacer alguna práctica que ejercite nuestro organismo nos lleva a la enfermedad, al sufrimiento y por consecuencia mucha peor calidad de vida. Aparte de nuestras actitudes y pensamientos delante de las situaciones a las que nos enfrenta la vida. Que estas también interfieren mucho en ello.Va relacionado.
Recibe un saludo muy cordial de maricmasi.
Señor Juan Carlos, realmente verdaderas las conclusiones sobre los efectos de los ejercicios, lo felicito por la selección de sus artículos.
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