25 febrero 2011

El "hermano ruso" del Gran Colisionador de Hadrones (LHC)




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Occidente siguió con interés el proceso de construcción del LHC. Durante años vimos cómo se iba levantando la gigantesca máquina y una vez que quedó terminada nos asombramos con sus logros (y fracasos). Pero casi nadie sabe que en la ex Unión Soviética se comenzó -a mediados de la década de 1980- la construcción de un dispositivo muy parecido, que fue abandonado cuando se derrumbó su economía. Es el “hermano ruso” del Gran Colisionador de Hadrones.

Es posible que una buena parte de las grandes obras de la ingeniería soviética sean prácticamente desconocidas en occidente. Los años de la Guerra Fría sirvieron para que esa nación protegiese fieramente sus secretos, y muchos trabajos científicos muy importantes solo pudieron conocerse años o décadas después de ser efectuados. Las instalaciones existentes en un pequeño asentamiento urbano llamado Protvino son un buen ejemplo de esto.

El túnel del acelerador mide más de 21 kilómetros.


Protvino nació como un asentamiento urbano creado específicamente en 1958 para funcionar como sede de un gran laboratorio de física de altas energías. En 1965 se inauguró el Instituto Rosatom, que alcanzó cierto renombre por su acelerador de protones de 70 Gev. Este acelerador, cuando fue inaugurado en 1967, era el más grande del mundo. Pero los físicos rusos sabían que si querían profundizar en la estructura íntima de la materia, necesitaban un acelerador más potente.

Las instalaciones se encuentran totalmente abandonadas.


En 1989 Protvino consiguió el título de ciudad. Había dejado de ser un sencillo asentamiento para convertirse en algo bastante parecido a un apacible pueblecito. Pero los cambios mas importantes se encontraban en su subsuelo: los científicos soviéticos habían elegido este pequeño pueblo situado a 100 km de Moscú y a 15 km de Serpukhov, sobre la margen izquierda del río Protva, como el mejor sitio para la construcción de un gigantesco colisionador de partículas.

En estas instalaciones se realizaron históricos descubrimientos como el Antihelium y el efecto Serpukhov entre otros.


Desastre económico

El gigantesco acelerador -cuyas características técnicas no conocemos pero en algunos sitios se habla de potencias comparables a las del LHC- nunca fue terminado. El derrumbe que sufrió la nación dejó sin fondos también a la ciencia, y el sueño ruso de contar con esta increíble herramienta científica quedó truncado. A pesar de que en las instalaciones de Protvino se realizaron históricos descubrimientos -el Antihelium y el efecto Serpukhov, entre otros- no lograron sobrevivir al desastre económico.

Lo que pudo ser el acelerador de partículas más grande del mundo, una obra en la que seguramente se invirtió una verdadera fortuna -recordemos que el LHC costó algo así como 6.000 millones de dólares- cayó en el abandono antes de ser culminada. Las imágenes, que pertenecen a la web English Russia son elocuentes: los rusos hacían todo “a lo grande”.

Dentro del tunel pueden verse vagones abandonados.


¿Que hubiese ocurrido si este acelerador se hubiese construido? Dejando de lado las teorías del tipo “hubiesen construido mejores armas”, seguramente la ciencia hubiese ganado un par de décadas. El trabajo que está haciendo hoy el LHC podría haber sido hecho hace 20 años. Las instalaciones abandonadas de Protvino son una prueba más de que la colaboración internacional es indispensable para llevar a buen puerto un proyecto de esta envergadura.

Fuente: English Russia



Quantum opina:

Alexander Bondar, miembro de la Academia de Ciencias de Rusia, ha dicho que Rusia esta pensando en la posibilidad de crear una nueva ‘máquina de Dios’, luego del éxito que registró el LHC, puesto que "ya es hora de pensar en el paso siguiente en el terreno de la física fundamental, en lo que podría ser un nuevo proyecto, de objetivos y oportunidades equiparables". "Los colisionadores lineales representan una de las direcciones que se están examinando en la actualidad", explicaba Bondar al respecto, en una conferencia de prensa celebrada en Novosibirsk, la capital científica de Siberia.

El sustituto del LHC, señaló Bondar, debería crearse en 15 o 20 años, un período de tiempo suficiente como para agotar los recursos científicos del gran colisionador y obtener toda la información posible con su ayuda. Hay varios científicos de diversos países y centros de investigación que están pensando en ello, en particular los del Instituto de Física Nuclear de Novosibirsk, cuyos expertos desarrollaron en su día algunos elementos del Gran Colisionador de Hadrones. Los rusos no pierden sus sueños... simplemente los postergan.

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