16 septiembre 2010

Descifrando una amenaza: Ataque de pulso electromagnético (3 de 3)




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Hay considerables obstáculos técnicos que separan a un artefacto nuclear de una cabeza nuclear sofisticada. La experiencia en ingeniería, necesarios para construir una ojiva de ese tipo, es mucho mayor que la necesaria para construir el dispositivo . Una cabeza nuclear tiene que ser mucho más compacta que un dispositivo primitivo. También debe tener un mecanismo de activación y una electrónica que soporte la fuerza de un lanzamiento de misiles balísticos intercontinentales, el viaje hacia el frío vacío del espacio y el calor y la fuerza de volver a entrar en la atmósfera – y seguir funcionando como fue diseñado. El diseño de una ojiva funcional tiene avances considerables en varios campos de la ciencia, incluyendo la física, la electrónica, la ingeniería, la metalurgia y la tecnología de explosivos; la supervisión de todo esto debe tener un control de calidad de gama alta. Es por ello que afirmamos de que, para un grupo de terroristas que buscan llevar a cabo un ataque nuclear, sería mucho más sencillo hacerlo utilizando un dispositivo crudo en vez de utilizar una cabeza nuclear sofisticada .

Pero incluso si una organización terrorista lograra obtener una cabeza nuclear funcional y un núcleo fisionable y compatible, sería un desafio para estos acoplar la ojiva a un misil que no fue diseñado para ello, para posteriormente lanzarlo y detonarlo adecuadamente. Además, el proceso de alimentación de combustible en un misil balístico es demasiado costoso, ni hablar de lo incomodo que resulta el lanzamiento en desde un barco con un improvisado lanzador que de por sí también sería muy difícil. Corea del Norte, Irán y Pakistán, todos dependen en gran medida de la tecnología Scud, que utiliza combustibles tóxicos y corrosivos volátiles.

El fallo simultáneo de millones de equipos sin posibilidad de repararlos o sustituirlos en un plazo de tiempo breve dificultarían o paralizarían cualquier tipo de defensa contra el inminente ataque.


Esquema de los daños provocados por un ataque EMP a la estructura de cualquier nación.


Este tipo de complejidad e incertidumbre es lo que los agentes terroristas bien entrenados tratan de evitar en una operación. Además, una detonación nuclear a nivel del suelo en una ciudad como Nueva York o Washington causaría mas terror, muerte y la destrucción física que un ataque no letal por EMP.

No nos equivoquemos: EMP es real. La civilización moderna depende en gran medida de la electrónica y la red eléctrica para una amplia gama de funciones vitales, y esto es más cierto en los Estados Unidos que en la mayoría de otros países. Debido a esto, un ataque por EMP o una importante tormenta geomagnética podría tener un impacto dramático en la vida moderna de la zona afectada. Sin embargo, como hemos comentado, la amenaza por EMP ha estado presente por más de medio siglo y hay una serie de variables técnicas y prácticas que hacen que un ataque por EMP con una ojiva nuclear sea altamente improbable.

Al considerar la amenaza por EMP, es importante reconocer que existen miles de otras amenazas, incluidas las amenazas relacionadas, como la guerra nuclear y los ataques HPM a pequeña escala. También se incluyen las amenazas planteadas por la guerra convencional y las armas convencionales, tales como sistemas de defensa-portátil de aire/hombre , el terrorismo, los ataques de guerra cibernética contra infraestructuras críticas, ataques químicos y biológicos, incluso los desastres naturales como terremotos, huracanes, inundaciones y tsunamis.

Un ataque de pulso electromagnético de gran altitud induce en torno a 50.000 voltios/metro.


Un ataque por EMP o una importante tormenta geomagnética podría tener un impacto dramático en la vida moderna de la zona afectada.


El mundo es un lugar peligroso, lleno de amenazas potenciales. Algunas cosas son más probables que otras, y hay sólo una cantidad limitada de fondos para controlarlas, tratar de prevenirlas, prepararse y manejarlas todas. Cuando uno intenta defenderse contra todo esto, el resultado práctico es que nos estamos defendiendo de la nada. La asignación de prioridades bien fundadas y racionales de las amenazas es esencial para la defensa eficaz de una nación.

El fortalecimiento de la infraestructura nacional contra el EMP y HPM es sin duda importante, hay deficiencias muy reales y vulnerabilidades críticas en las infraestructuras de los Estados Unidos, por no hablar de la sociedad civil. Pero cada dólar gastado en estos esfuerzos deben ser equilibrados contra un dólar que no se gasta, por ejemplo, en la seguridad portuaria, que consideramos es un mucho más vulnerable y con mucho más probabilidades de ser victima de un ataque nuclear por un Estado canalla o un actor no estatal.


By Scott Stewart and Nate Hughes

Traducción: Juan Carlos Jiménez

Fuente: Stratfor Global Intelligence


Detonación de una bomba de 19 Kilotones.


Quantum opina:

Los seres vivos y los objetos no eléctricos son inmunes al ataque EMP de manera directa, pero indirectamente les resulta fatal. El daño causado es resultante de la sinergia negativa acumulada por el fallo simultáneo de millones de equipos sin posibilidad de repararlos o sustituirlos en un plazo de tiempo breve, puesto que los repuestos, vehículos, instrumentos, etc, necesarios para la reparación se hallarían igualmente averiados. Los sistemas digitales modernos son especialmente sensibles a este tipo de ataque. Según un estudio de la IEEE, la mayoría de componentes electrónicos actuales fallan en presencia de pulsos electromagnéticos de 1.000 voltios/metro, y resultan destruidos en torno a los 4.000 voltios/metro. Un ataque de pulso electromagnético de gran altitud induce en torno a 50.000 voltios/metro, un valor doce veces superior.

Se considera que un ataque de estas características constituiría el compás de apertura de la guerra nuclear, pues sus efectos instantáneos dificultarían o paralizarían cualquier tipo de defensa contra el inminente ataque. No se conoce ninguna defensa eficaz contra este tipo de ataque, para cuya ejecución sólo se requiere una bomba termonuclear de potencia intermedia (en el rango del megatón) y un cohete capaz de elevarla a unos 300-500 km sobre el área objetivo mediante un tiro balístico de alto ángulo parcialmente orbital o suborbital. En resumidas cuentas, no existe ningún concepto de sistema antimisil capaz de interceptar un arma lanzada a tan gran altitud.

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