17 febrero 2011

Viajar al espacio tiene un precio en la salud de los astronautas: sus uñas




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Si uno se guía por las películas de Hollywood, los guantes de los astronautas no parecen sino una versión más sofisticada de los de jardinero. Pero la realidad es muy distinta: las prendas que recubren las manos de los viajeros espaciales son más parecidas a la cabina de un avión que a cualquier otro guante. Como el resto del traje, están presurizados.

Se trata de voluminosas fundas cuya capa exterior de goma tiene el grosor suficiente para evitar que el frío del espacio o pequeños meteoritos se cuelen en el traje mientras los astronautas reparan la Estación Espacial Internacional. "Cuando el guante se presuriza, el tejido flexible y suave se endurece como una rueda de bicicleta", explica a National Geographic la investigadora del Instituto Tecnológico de Massachusetts Dava Newman. En esa situación, apretar una tuerca se convierte en una hazaña.

Todo ello se cobra un precio en la salud de los astronautas: sus uñas. Un estudio dirigido por Newman y publicado en Aviation, Space, and Environment Medicine ha analizado las lesiones más frecuentes entre los astronautas que pasan de seis a ocho horas trabajando en el espacio durante las caminatas en órbita. Según datos de 2002 a 2004, el 47% de las más de 350 lesiones registradas entre los astronautas fueron heridas en las manos. Más de la mitad eran daños en las uñas.

La presión de las uñas contra las puntas del grueso guante son causantes de lesiones que provocan la perdida de las mismas.

Peor con manos grandes

De hecho, muchos astronautas pierden uñas completas después de o incluso durante los paseos espaciales. Este último caso es especialmente peligroso, según Newman, ya que las uñas pueden desplazarse por el interior del traje y acabar en lugares donde afecten a su funcionamiento. La ingeniera explica que aún se desconocen las causas precisas que provocan este daño. La presión de las uñas contra las puntas del grueso guante puede ser responsable, pero el estudio de Newman también apunta que las lesiones son mucho más comunes en los astronautas con manos más anchas. Una hipótesis es que cuanto más grande es la mano, más se corta la circulación hacia las puntas de los dedos, lo que, durante horas, puede hacer que las uñas se caigan.

En cuanto a las soluciones, por ahora sólo hay remedios caseros, como cortarse mucho las uñas o ser aún más drástico. "He oído que al menos dos astronautas se arrancaron las uñas antes de realizar una actividad extravehicular", asegura Newman. La imperfecta tecnología de los guantes presurizados no es una sorpresa para la NASA. Este problema aún sin solucionar motiva el Astronaut Glove Challenge, un concurso anual para elegir nuevas ideas entre proyectos presentados por empresas especializadas.

Guante utilizado por Neil Armstrong en la misión Apollo XI.

Por ahora, las investigaciones están enfocadas al desarrollo de un traje espacial que resuelva este contratiempo. Peter Homer ha dado una solución bastante buena, aunque bastante cara y tediosa: Hacer los guantes "por encargo". Es decir, cada astronauta debería llevar un diseño especial, adaptado para él. Esta alternativa es perfecta, pero requiere la construcción de manos de yeso, escaneo láser, modelado por computadora y técnicas especiales de mecanizado. Como ya supondréis, esto cuesta una cifra enorme: Alrededor de cien mil dólares por adelantado.

Para Newman, la solución pasará por un cambio de concepto que implique cambiar los actuales trajes presurizados por aire por otros pegados al cuerpo, o bien usar guantes robóticos que ayuden a los astronautas a usar las manos sin tener que dejarse las uñas en el intento.

Fuente: Publico.es


Dava Newman, (en la foto), profesora de ingeniería de sistemas aeronáuticos y astronaúticos, nos muestra un elegante y avanzado traje llamado BioSuit que incorpora tejidos como el spandex y el nylon.


Quantum opina:

Alrededor de 22 astronautas se les han caído algunas uñas. En primer lugar, la separación entre las uñas y la matriz de los dedos a causa de la presión es un proceso bastante doloroso e intenso. A primera vista, esto no es gran problema, ya que una vez se pasa esta fase el astronauta puede seguir realizando su rutina diaria. Sin embargo, los problemas no acaban ahí.

Las uñas sueltas pueden acabar clavándose en el guante o en la propia piel, lo cual sería un continuo inconveniente a la hora de hacer cualquier movimiento. Pero, en el peor de los casos, esta uña puede abrir una herida y, por tanto, provocar una infección. Hay que recordar que la humedad presente dentro del guante favorecería la proliferación de una infección bacteriana tanto en la herida como en la matriz, la cual se encuentra desprotegida después del desprendimiento de la uña.

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1 comentarios:

WWW.LEYCOSMICA.ORG dijo...

Interesantisimo articulo, alucinante lo complejo que puede ser un traje de astronauta.

Namasté.

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