El bólido que impactó en la Tierra y provocó la extinción de los dinosaurios es el más grande detectado en el planeta y en el Sistema Solar. Lo anterior es resultado de las investigaciones que encabeza la Universidad Nacional y en las que participan 40 instituciones académicas de Europa, Latinoamérica y Estados Unidos. El director del Instituto de Geofísica (IGf), Jaime Urrutia Fucugauchi – entidad que lleva a cabo estas investigaciones–, informó que el Proyecto Internacional de Perforación Profunda del Cráter Chicxulub, también concluye que la abertura es de carácter complejo, con multianillos.
Dio a conocer que desde octubre de 2003 la UNAM es la encargada de custodiar y controlar el Pozo Yaxcopoil I, así como las muestras obtenidas, las cuales ya rebasan los cuatro mil 500 metros de roca. Así, la institución es la responsable de coordinar las investigaciones mundiales sobre la estructura del impacto. El cráter, argumentó, se formó por el choque de un meteorito en las costas de Yucatán hace cerca de 65 millones de años. Se trata de una estructura única para investigaciones en Ciencias de la Tierra y Planetarias, por ser la más joven y mejor conservada de las tres que en su tipo existen en todo el orbe: en África del sur, Canadá y México.
Este impacto, precisó, marca el fin de la era geológica del mesozoico, y la extinción del 65 al 75 por ciento de las especies vivientes en aquel entonces, entre las que se encontraban los dinosaurios, grupo que durante 165 millones de años dominó todos los ecosistemas en la parte de los continentes. Mientras, al iniciar el cenozoico, los mamíferos –incluido el hombre–, que ocupaban los nichos secundarios, empezaron a ocupar los sitios que dejaron vacantes los reptiles.
En conferencia de prensa, Jaime Urrutia subrayó que con un diámetro de entre 180 y 200 kilómetros, la abertura tiene su centro en el poblado de Chicxulub Puerto, la mitad ubicado en tierra y el resto en el mar, incluso poblados como Progreso, Sisal Celestum y Mérida se encuentran dentro. Lo produjo, detalló, el choque en la Tierra de un bólido de diez a 14 kilómetros de diámetro a una velocidad aproximada de 30 kilómetros por segundo hacia el final del periodo cretácico–terciario. Es decir, expuso, fue un proceso de muy amplia transferencia de energía en un pequeño lapso de tiempo, pues en los dos primeros microsegundos ya había ocurrido la colisión, la excavación y se había arrojado la mayor parte del material a los alrededores. Por la velocidad se desintegró y a la tierra sólo cayó la energía. El material del objeto interestelar se encuentra en la capa de polvo que cubrió al planeta.
La importancia de estas investigaciones realizadas en el sector sur del cráter, resaltó, se debe a que para obtener material como el del Chicxulub, se requeriría perforar un cráter en la Luna, pues los dos que se encuentran en África del sur y Canadá son muy viejos, con más de mil 850 millones y dos mil 25 millones de años, no circulares, afectados por el proceso ecológico natural debido al tiempo y, por ende, erosionados. Dio a conocer que de acuerdo con los resultados que hasta ahora se han obtenido de estas investigaciones hay diferencias en el material formado por el choque, el fermentado y la ejecta. Así, se abre la posibilidad de que tenga una distribución asimétrica de los depósitos; el espesor de la rotura es de 200 metros o más, menor a lo esperado; un choque oblicuo, y una geometría en la zona sur distinta de otras estudiadas. Asimismo, que hay “altos” estructurales en el boquete, es decir, algún tipo de proceso de erosión y falta de conservación del material justo en la zona de perforación.
Además, agregó, en la colisión la energía que se transmite a la Tierra cambió al ser de ángulo bajo; se modificó la química del planeta, se desplomó la zona de productividad del carbonato y se colapsó todo el sistema marino. Los modelos indican que por la nube de polvo generada y el cambio de temperatura se oscureció por completo durante seis meses. También destaca la afectación local, en la zona del Golfo de México y el Caribe. En sí, especificó, se descubrió e identificó material del bólido con componentes del mismo, se efectuaron estudios de magnetoestratigrafia. Ello, llama la atención de la comunidad de investigación y genera expectativas para resolver incógnitas sobre el evento del choque, la identidad de la naturaleza del objeto interestelar y los procesos de extinción de los dinosaurios y la formación del cráter.
Urrutia Fucugauchi destacó que la UNAM, a través del IGf, liderea el proyecto de perforación y exploración por ser la única institución académica que ha efectuado esta actividad y obtenido muestras de ella, excepto Petróleos Mexicanos, paraestatal que realizó los primeros estudios y cedió la investigación a esta casa de estudios. Luego de que a principios de los años 80 personal de Pemex encontró el cráter de impacto en la Península de Yucatán y durante la siguiente década se reforzaron estas investigaciones, en 1993 donó a la UNAM la información y núcleos encontrados –cilindros de roca, material de impacto o brecha – por medio de un convenio.
El Proyecto Internacional de Perforación Profunda, que se desarrolla en la hacienda henequenera de propiedad privada Yaxcopoil, ubicada al sur de Mérida, se creó debido a que el cráter Chicxulub estaba cubierto de rocas más jóvenes en un área de 300 a un kilómetro, por lo que el programa era la única manera de recuperar material para estudio extrayéndolo a pedazos. Para localizar este sitio, la institución realizó el primer programa de perforación en el cráter, con ocho pozos iniciales, en tres de los cuales –UNAM 5, 6 y 7– se recuperaron rocas del impacto, en tanto los otros permitieron conocer más sobre la geometría y estratigrafía del agujero, así como el desarrollo del proyecto internacional, donde participan más de 40 universidades de varios países del mundo.
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Antes, se llevó a cabo un estudio aéreo para definir los sitios de perforación con equipo complejo. Aquí, se gastaron 600 mil dólares. Se desarrollaron otras investigaciones al respecto con cooperación nacional e internacional. Con el apoyo del Programa Internacional de Perforaciones Científicas en Continentes, que financió el proyecto con un millón y medio de dólares, recursos adicionales de la propia Universidad, del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y del gobierno de Yucatán, las excavaciones comenzaron en diciembre de 2001. Esta etapa concluyó en marzo de 2002. Desde entonces las instalaciones del Yaxcopoil I se mantienen para investigaciones, incluidas las mediciones de registros geofísicos.
Las primeras presentaciones de los resultados se realizaron en 2003 y 2004 en los congresos de Houston y Niza. Mediante el trabajo de perforación del Pozo Yaxcopoil I, considerado laboratorio de sitio, se trabajó cerca de un metro por hora, es decir, un promedio de 25 metros diarios. Como se pretende llegar a una profundidad de mil 511 metros, se laboraron las 24 horas del día, en tres turnos. De esta manera, se aprovecharán mejor los recursos. Una meta futura es llegar a los dos mil 500 metros. El material se recuperó en forma continua desde los 400 metros y hasta los mil 511 metros de profundidad. A los 800 metros se encontró la llamada “brecha de impacto” del objeto interestelar.
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El titular del IGf comentó que todavía no se conoce la profundidad real de la parte central del agujero, pero puede ser de cuatro o cinco kilómetros, en tanto la profundidad de excavación rebasó los 20 ó 25 kilómetros, de acuerdo a la evidencia en los fragmentos recuperados. Así, nunca perforó el manto de la Tierra, que está a una mayor profundidad.
A partir de octubre del año pasado, indicó, todo el material recolectado del Yaxcopoil I es custodiado, controlado y coordinado por el IGf, por lo que cualquier grupo de investigación interesado deberá solicitar los fragmentos a la UNAM. En el instituto, dijo, buscan fomentar la participación de especialistas latinoamericanos, españoles y universidades mexicanas estatales, entre otros. Durante diez años, aclaró, la UNAM podrá utilizar el pozo Yaxcopoil I, debido a un convenio firmado entre la institución y los propietarios de esta hacienda henequenera. Adelantó que a futuro se elaboraron dos programas: la excavación y exploración profundas en la zona marina del cráter, cerca de su centro, esto es, entre Sisal y Puerto Progreso, a iniciarse el 2005 ó 2006, con el respaldo de Integrated Ocean Drilling Program, basado en financiamiento japonés.
El segundo proyecto, dijo, es de perforaciones someras de 700 metros en el sector este y central del cráter. Hasta ahora, en el proyecto participan especialistas de los institutos de Geología y de Astronomía. En el último caso, el doctor Arcadio Poveda.
Fuente: http://bine.org.mx/node/931
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