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12 enero 2011

Sexo en el espacio




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En abril del 2010 se batió el récord de la mayor cantidad de mujeres en el espacio con cuatro astronautas abordo de la Estación Espacial Internacional. A partir de entonces empezó a cobrar fuerza la posibilidad de realizar actos sexuales en el espacio. Previo a este hecho sale a la luz publica (abril 2000) un libro exclusivo donde se abordaba el tema. Lleva como título “La Dernière Mission : Mir, l'aventure humaine” (La misión final: Mir, la aventura humana), del respetado científico y escritor francés Pierre Kohler. En sus paginas el autor desmenuza un informe confidencial de la NASA sobre una misión del transbordador espacial en 1996.

En esa época los Estados Unidos y Rusia estaban investigando paralelamente los problemas con los que los seres humanos pueden encontrarse al pasar varios años en órbita. La última parte del estudio se centraba en el tema de las relaciones sexuales, algo sumamente importante si queremos conquistar verdaderamente el espacio. Los futuros colonizadores quizás deban pasar décadas en el espacio, y la reproducción no es una cuestión menor.



La misión incluía el proyecto clave STS – XX. Este experimento tenía como objetivo explorar las diferentes posiciones sexuales que es posible realizar en un ambiente de ingravidez. A lo largo del desarrollo del experimento se pusieron a prueba veinte posturas sexuales. De este conjunto se eligieron las mejores diez. Para poder analizar concienzudamente los resultados, toda el experimento fue grabado en vídeo por sus compañeros. La cinta resultante fue considerada tan “reveladora”, que incluso los directivos de la NASA sólo vieron una versión censurada de la misma.

Portada del libro “La Dernière Mission : Mir, l'aventure humaine” (La misión final: Mir, la aventura humana) del escritor francés Pierre Kohler.


El resultado del experimento fue que sólo son cómodas cuatro posturas sexuales, que pueden ejecutarse "sin asistencia mecánica". Las otras seis seleccionadas necesitaron de un cinturón elástico especial y un túnel inflable similar a un saco de dormir para que los integrantes de la pareja pudiesen permanecer unidos. Como curiosidad, se supo que la clásica postura del misionero, una de las mas practicadas por los terrícolas de a pie, no es posible en gravedad cero.

Aunque no hay una norma que lo prohíba, la respuesta de los involucrados es no. Así lo expresa al menos el comandante de la NASA Alan Poindexter cuando recientemente un periodista le preguntó sobre este asunto. "Somos profesionales. Nos tratamos con respeto y tenemos una gran relación de trabajo. Las relaciones personales no son una cuestión a discutir. No las tenemos ni queremos", mintió.

Fuente: Informe 21


"Somos profesionales. Nos tratamos con respeto y tenemos una gran relación de trabajo".


Quantum opina:

La NASA siempre evitó hablar del sexo en el espacio, y las investigaciones de los rusos también permanecieron encubiertas. Sin embargo, las agencias involucradas en el proyecto de la Estación Espacial se vieron forzadas a enfrentar el tema tras la publicación en una revista especializada (Quest) de un estudio exhaustivo acerca de los efectos del aislamiento en los astronautas. El profesor Stephen Johnson comentó que una parte del estudio trata sobre cómo los astronautas manejan el estrés sexual en el espacio. El trabajo, de 15.000 palabras, titulado "Los efectos sociales y psicológicos del aislamiento en la tierra y en el espacio", fue escrito por el periodista científico Peter Pesavento, quien investigó el caso de dos cosmonautas rusos que fueron acusados de cometer adulterio y mirar videos pornográficos en la nave espacial; imputación que también alcanzó a los científicos que planeaban filmar a una pareja teniendo sexo abordo del MIR.

"No es necesario decir lo que ansiamos," escribió el doctor Valery Polyakov, dueño del record de permanencia en el espacio, con 14 meses a bordo del MIR, en 1992. "Los hombres pensamos en esas cosas, uno no puede olvidarse de ellas. Pero estos pensamientos desaparecen con el tiempo. Hay cierta tensión que va creciendo, pero la "polución" ayuda a descargarla. Después, estos deseos se reprimen de nuevo. Y cuando nos preparamos para regresar a la tierra, tratamos de recobrarlos. El Servicio de apoyo psicológico nos mandó unas "coloridas" películas que nos ayudan a recuperar nuestra voluntad, a actuar como hombres adultos y normales. No hay nada de que avergonzarse. Todos tenemos esposas..." .

"Sería deseable tener una vida sexual normal en los vuelos de larga duración".


Se rumorea que Polyakov sería el primer miembro del llamado "Club de las 200 millas de altura", al que habría ingresado simultaneamente con la cosmonauta Yelena Kondakova. Pero las afirmaciones de que ambos tuvieron relaciones sexuales en el espacio fueron desmentidas por ellos y negadas por los oficiales. A Polyakov se le preguntó si había participado en algún "experimento" en reproducción humana y contestó: "Sólo en animales, y a cargo de los estadounidenses. Cualquier información de que tales experimentos hayan sido hechos por el programa ruso es falsa".

Sin embargo, el cosmonauta reflexionó acerca de la sexualidad humana en el espacio: "Sería deseable tener una vida sexual normal en los vuelos de larga duración", dijo. Según fuentes de la industria aeroespacial, la razón por la que las agencias están trabajando sobre el tema no tiene nada que ver con la voluntad de correr ningún velo sino, en todo caso, con cuestiones prácticas: tienen miedo que los astronautas pierdan la cabeza en el espacio. De hecho, en enero del 1999, un científico canadiense que visitaba un módulo de simulación MIR fue atacado sexualmente por un cosmonauta ruso mientras dos de sus colegas, que habían estado tomando vodka durante las celebraciones de Año Nuevo, se peleaban. eso no puede ser.

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02 noviembre 2010

En el futuro, la gente amará los robots y se casarán con ellos




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El experto en inteligencia artificial David Levy, cree que estas relaciones serán posibles gracias a la tendencia a construir robots cada vez más humanizados. Ellos, dice, lograrán satisfacer nuestras necesidades sexuales y afectivas. Serán el remedio de solitarios, feos, violadores, pederastas e inconformistas del sexo. A priori parece fácil rebatirle, pero Levy aporta estudios y cifras. Levy, promotor desde hace años de este tipo de relaciones futurísticas, nos muestra el porque de sus afirmaciones en una entrevista que no tiene desperdicios. ¿Cree usted que estas relaciones serán posibles?. Juzgue usted mismo.

P.- Usted dice que en unos años tendremos sexo con robots y nos casaremos con ellos. ¿En qué se basa?

R.- No es una opinión superficial sino el producto de años de investigación y del cotejo de fuentes muy variadas. Se lo explicaré brevemente. La inteligencia artificial progresa cada vez más rápido. Mucho más rápido que hace 20 años. Y progresará todavía más rápido en el futuro. En apenas 30 o 40 años los ordenadores serán mucho más poderosos y los científicos podrán crear robots muy similares a las personas. Programas con emociones artificiales que se asemejen a las de los seres humanos. No hay nada que nosotros podamos hacer que un robot no pueda hacer dentro de 30 años.

P.- Explíquese.

R.- Hoy ni siquiera los ordenadores más poderosos son tan poderosos como el cerebro humano. Según diversos expertos, en unos 12 años los científicos podrán crear un ordenador con el mismo poder que el cerebro humano. Y tardarán unos 10 años más en crear uno cuya capacidad sea 10.000 veces mayor. Esa es la esencia de mi tesis. A partir de 2040, todo lo que hace de alguien una persona atractiva se podrá reproducir artificialmente, y esto abre la puerta a un futuro incierto.

P.- ¿Un futuro que conduce inexorablemente al sexo con robots?

R.- Yo no diría inexorablemente, pero no tengo duda de que habrá robots que se parezcan más y más a los seres humanos. Fíjese usted en esta mujer [abre un libro de robótica y aparece una hermosa presentadora]. Lo que usted ve es un robot japonés. Es una réplica exacta de una periodista de la televisión nipona. Sus creadores reconocen que la perfección de la réplica es relativa y cifran en 10 segundos el tiempo que una persona tarda en darse cuenta de que no es una persona sino un robot. Pues bien, los mismos expertos dicen que dentro de unos años ese tiempo de reacción habrá crecido hasta los 10 minutos. Y poco a poco, cada vez más hasta que las diferencias sean imperceptibles.


El experto en inteligencia artificial David Levy, autor del libro 'Love and Sex with Robots' (Sexo y amor con robots).


P.- Vayamos por partes. Una cosa es que se pueda crear un robot idéntico a un ser humano y otra que ese robot tenga unas emociones, una ideología y una visión del mundo.

R.- Ocurrirá. Cuando uno habla de estos asuntos, mucha gente esgrime que los robots no pueden tener emociones. Yo estoy seguro de que las podrán tener. O al menos se comportarán como si las tuvieran. Los robots llorarán, se enfadarán, se pondrán contentos, se emocionarán… según estén o no programados para ello. No serán libres para tener esas emociones pero los efectos serán los mismos. Apenas crucen esa línea, la gente dejará de verlos como robots y la cuestión entonces será como tratarlos.

P.- Está bien. Entiendo su razonamiento, pero usted no se frena aquí. Asegura que llegará un día en que los robots formen parte de nuestra vida sexual e incluso de nuestra vida en pareja y de nuestra familia. ¿De verdad cree que los seres humanos preferirán un robot a un cónyuge humano?

R.- Veamos, lo primero que hay que apuntar es que las actitudes de la gente sobre el amor y el sexo han cambiado mucho en los últimos años. Dentro de unas décadas, los robots podrán ser más inteligentes, más hermosos, más nobles que los seres humanos. ¿De verdad cree usted que no acabaremos enamorándonos de ellos? No tengo duda de que acabará habiendo matrimonios con robots. Y me permito apuntar que se legalizarán primero en el Estado de Massachusetts.

P.- ¿En Massachusetts? ¿Por qué?

R.- Es lógico. Son un Estado avanzado en lo moral y en lo tecnológico.

P.- ¿Está diciendo que llegará un día en que los robots sientan emociones reales?

R.- No exactamente. Los robots no tendrán emociones pero actuarán como si las tuvieran. Lo realmente importante no son las emociones en sí sino sus consecuencias. No la causa del llanto sino el llanto en sí. Si un robot se comporta como si le amara, será tan convincente que a usted no le importará.

P.- ¿En serio se cree lo que está diciendo?

R.- Por supuesto. No pasará de un día para otro, pero la gente se acostumbrará, como se ha acostumbrado a otros avances tecnológicos. Los niños se han educado con internet, rodeados de pantallas y cachivaches. Cuando tengan robots que se comporten como personas, esa generación los acabará aceptando.





P.- En el fondo sabrán que no son reales…

R.- Habrá algo en la mente al principio que te dirá «es sólo un robot», pero estoy seguro de que ese algo desaparecerá. Los veremos como personas de otro país. Como inmigrantes. Habrá al principio un cierto rechazo pero no los percibiremos como diferentes.

P.- Pero esa diferencia persistirá. Y es una diferencia cualitativa. Los robots serán siempre entes distintos de las personas.

R.- No estoy tan seguro. Un pequeño porcentaje de la gente quizá piense como dice usted, pero la mayoría los aceptará como semejantes. Quizá los únicos insumisos sean paradójicamente los que más saben de tecnología. Esos quizá sean los últimos resabiados y digan: «Yo sé cómo funciona».

P.- ¿Y cómo será un robot en 30 años?

R.- Pues como un ser humano. Terriblemente convincente en cada aspecto, en cada detalle.

P.- Eso quiere decir que un robot podrá ser perfecto en cada detalle. Más listo, más bello o más tierno que un ser humano.

R.- Desde luego.

P.- Esto puede crear algunos problemas…

R.- Sí. Y problemas muy serios. Para un hombre, por ejemplo, será terrible saber que su esposa ha disfrutado de un sexo fantástico con un robot. Sentirá una cierta ansiedad por no estar a la altura.

P.- Por otra parte, si el futuro es como usted lo define, será una esperanza para muchas personas que hoy por hoy no pueden encontrar pareja.

R.- En mi opinión, esto es lo mejor de todo, sí. Aquellos que no tienen nadie a quien amar y nadie que les ame. Gente solitaria y miserable. Personas que no encuentran a nadie porque son tímidos, gordos, odiosos. Su vida puede cambiar de la mano de los robots.

P.- ¿Y no cree que se los señalará como gente de segunda división?

R.- ¿En qué sentido?

P.- La gente puede decir: «Mira fulano, se ha agenciado un robot porque no ha podido encontrar alguien de carne y hueso».

R.- No lo creo. Habrá más diferencia entre distintos grupos humanos que entre los hombres y los robots. Imagínese una cena en la que la mitad de los comensales son de Boston y la mitad de Luisiana, la mitad robots y la mitad seres humanos. ¿Quiénes tendrán más en común? ¿Los seres humanos de Boston con los de Luisiana o los robots y los seres humanos de Boston? Para mí la respuesta es evidente.

En un futuro crearemos robots capaces de percibir nuestro estado de humor y comportarse de acuerdo con él.

P.- Se me ocurre un problema de tamaño. ¿Es posible hoy por hoy construir circuitos lo suficientemente pequeños y poderosos como para ajustarse al tamaño de un ser humano?

R.- Es un problema de ingeniería que se resolverá muy pronto. Al principio será muy caro. Los primeros humanoides tendrán precios prohibitivos, pero luego serán más baratos.

P.- ¿Cuándo calcula que estarán al alcance de todos los bolsillos?

R.- No lo sé. Sí tengo una idea aproximada de cuando serán completamente verosímiles. Dentro de 40 años. Pero entretanto habrá fenómenos interesantes. Por ejemplo, el de las muñecas hinchables. Hoy son guiñapos de silicona que no hacen nada. En un futuro muy próximo esas muñecas darán poco a poco pasos hacia la robótica.

P.- ¿De qué manera?

R.- Se les añadirán circuitos electrónicos. Partes que vibren, una voz sexy, un mecanismo que haga los ruidos correctos. Cosas que harán de ellas un producto mucho más atractivo. Serán un artículo de lujo pero no tanto como un coche de lujo. Hay Ferraris que cuestan más.

P.- Pero seamos serios: ¿de verdad cree que un millonario va a pagar una cifra astronómica por una muñeca hinchable cuando puede pagarse una prostituta de lujo?

R.- Estoy seguro. Yo veo dos razones: curiosidad y prestigio.

P.- Dejemos las muñecas hinchables y volvamos a los robots. Usted dice que serán mejores que las personas. ¿Cree que su irrupción terminará con el amor entre seres humanos?

R.- No. Mi olfato me dice que siempre habrá personas que prefieran a las personas. Los robots serán muy buenos en la cama y en otras cosas, pero habrá una porción de la población que no tragará.

P.- Si los robots se podrán casar, ¿quiere eso decir que tendrán derechos?

R.- Es una cuestión muy compleja y suscitará en el futuro una discusión apasionante. La ética de la robótica está todavía en pañales pero en un futuro se debatirá. La primera pregunta que debe responder es ésta: ¿es ético construir robots para un propósito espurio?

Los robots se volverán más humanos en la apariencia, funciones y personalidad que mucha gente se enamorará de ellos.

Dentro de 40 años estas máquinas serán capaces de emitir “sonidos agradables” cuando los humanos acaricien sus “zonas erógenas”. La gente tendrá sexo con ellos y hasta se casará con ellos.


P.- ¿Robots programados para la guerra?

R.- Por ejemplo para la guerra, sí. Es el mismo dilema de los científicos que crean bombas y aviones de combate. De todas formas, la siguiente pregunta ética que suscita el desarrollo de la robótica es más interesante: ¿cómo tratar a los robots? ¿Qué derechos tienen? Yo acabo de publicar un trabajo científico sobre la consciencia de los robots, que en mi opinión es el punto clave.

P.- ¿Qué quiere decir?

R.- Quiero decir que hay mucha gente que ve en la consciencia la línea divisoria y por eso deja a los robots fuera de los márgenes de la ética. Lo que no sabe esta gente es que los científicos ya están investigando cómo crear robots que sean conscientes de sí mismos.

P.- ¿En qué sentido?

R.- Hay muchos científicos que ya dicen que los robots tendrán consciencia artificial. Esto no quiere decir que tengan capacidad de elegir ni libre albedrío pero tendrán sentimientos o al menos mostrarán de un modo verosímil sentimientos humanos como el miedo, el amor, la angustia… Y entonces, cuando crucen esa línea, la gente empezará a preguntarse cómo tratarlos.

P.- Usted dice que las personas se enamorarán de ellos. ¿Podrán ellos enamorarse de las personas?

R.- Sólo si están programados para ello. Mi impresión es que serán programados para enamorarse de sus dueños sólo si sus dueños lo quieren así. Cuando compres un robot, podrás elegir si quieres un robot que te haga compañía o uno que te dé sexo o uno con el que puedas tener una relación amorosa.

P.- Pero no serán organismos libres.

R.- No. Como mucho podrían estar programados para funcionar al azar. Esa sería su máxima libertad. Pero eso no es ser libre y ésa es desde luego una diferencia, probablemente la única que no desaparecerá. La gente podrá seguir diciendo: un robot actúa de esta o de otra manera porque está programado. Pero no creo que a la mayoría de la gente eso le importe mucho.

P.- ¿Y no se cansará la gente de tener a la vera robots que sean perfectos?

R.- No. Y si prefiere robots imperfectos también podrá encargarlos. Si quiere usted un robot que discuta con usted una vez a la semana, lo podrá programar. Todo será programable. Hay dos tipos del University College de London que han detectado las reacciones químicas cerebrales que se producen cuando nos enamoramos. Ningún otro fenómeno crea la misma reacción. Pues bien, yo estoy seguro de que en el futuro los robots detectarán esa reacción y sabrán producirla.

Será necesario reflexionar acerca de nuestra relación con las máquinas en un futuro potencial, donde se utilice la tecnología robótica en la reproducción humana y el cuidado infantil, cuya investigación actual en el área de la robótica lleva avances bien marcados en el desarrollo tanto en los EE.UU. como en Asia oriental.

El "niño-robot con cuerpo biomimético" o CB2, se ve en un laboratorio en la Universidad de Osaka. El CB2 poco a poco desarrollará habilidades sociales mediante la interacción con los seres humanos siendo capaz de no solo interactuar con ellos sino también aprender. Sus expresiones faciales, imitan una relación madre-bebé.


P.- Usted apunta en su libro que los robots podrían ser una solución para los pederastas.

R.- Es cierto. Podríamos diseñar robots con forma de niños para que se desfogaran.

P.- También para los violadores…

R.- También. Podríamos fabricar robots a los que le guste que les violen.

P.- Oiga. Y si vamos a tener robots más inteligentes y habilidosos que nosotros, ¿a qué se van a dedicar entonces los seres humanos?

R.- La sociedad cambiará. Encontraremos otras cosas que hacer. Tendremos más tiempo de ocio.

P.- Pero habrá gente que quiera trabajar. Y si mi director puede encontrar un robot que sea mejor periodista que yo, ¿para qué me va a tener en plantilla?

R.- El mercado de trabajo cambiará. De todas formas, siempre podrá usted dedicarse a otras cosas.

P.- ¿Cómo se metió en esto de la robótica?

R.- Muy tarde. De niño mi obsesión era el ajedrez. Fui campeón de Escocia en dos ocasiones y soy maestro internacional. Luego fui a la universidad y me metí a fondo en problemas de programación de las máquinas de ajedrez. Es un campo que en cierto modo tiene relación con la inteligencia artificial.

No tengo duda de que habrá robots que se parezcan más y más a los seres humanos.

P.- ¿Cómo se interesó por el sexo de los robots?

R.- Fue leyendo un libro de una profesora americana, The Second Self de Sherry Turkle. Ella fue la primera persona en escribir sobre el efecto de las relaciones entre robots y seres humanos. Había una entrevista en el libro que me llamó la atención. Un tipo que trabajaba en el MIT decía: «He tenido alguna que otra novia pero prefiero la relación que tengo con mi ordenador». ¡Decía eso! Al principio no podía creerlo. Luego pensé que debía de haber por ahí más personas así. Ahora pienso que es una posición lógica. Con los seres humanos uno no puede estar del todo seguro. Con las máquinas sí. En el fondo habrá gente que ame a los robots para evitarse la incertidumbre.

P.- Usted pinta un futuro que plantea una cascada de problemas éticos.

R.- Desde luego. Y tienen que discutirlos los expertos en Etica y Derecho. Lo más peliagudo es decidir qué derechos tendrán los robots. ¿Deben tener por ejemplo derecho a voto?

P.- ¿Usted qué cree?

R.- Pues no lo sé. Lo que sí sé es que un robot tendrá muchos más elementos de juicio que la mayoría de los seres humanos.

P.- O sea, que no sólo deberían votar sino poder ser elegidos…

R.- Desde luego. Seguro que lo hacían mejor que Gordon Brown en el Reino Unido.

P.- ¿Cree usted que podrían ser padres?

R.- Eso es algo que no tengo tan claro. Nunca había pensado en ello. Quizá sí. Hay tantos malos padres por ahí sueltos…

P.- ¿Podrán los robots ser programados para crear robots que sean como ellos mismos?

R.- Es un tema que he estudiado durante años. Ya hay ejemplos de robots que no sólo pueden hacer eso sino además crear réplicas mejoradas de sí mismos.

TOPIO 3.0 - Su nombre real es "TOSY Ping Pong Playing Robot", es un robot humanoide bípedo diseñado para jugar al tenis de mesa contra un ser humano. Desarrollado desde 2005 por TOSY, una empresa de robótica en Vietnam. Mostrado al público en el Tokyo International Robot Exhibition (IREX) el 28 de noviembre de 2007. Mide aproximadamente 1,88 m de altura y pesa 120 kg. Cada Topio utiliza un avanzado sistema de inteligencia que le permite aprender y mejorar continuamente su nivel de destreza, aprendiendo de sus errores.

P.- ¿Quiere decir que podrán ser autosuficientes y crecer fuera de control?

R.- Quizá. Yo pienso por ejemplo en una persona que tiene un robot al que le gusta su voz y su personalidad. Ese robot va a una fábrica y crea una criatura igual que tú. Ese nuevo robot será una especie de hijo para los dos. No veo ninguna razón para que esto no pase.

P.- ¿Y si ese proceso de creación se nos escapa de las manos?

R.- Se dictarán leyes para que no ocurra, pero siempre habrá terroristas y estados gamberros. Hay escenarios terribles. Escenarios que es casi mejor no imaginar.

P.- Su tesis es que un día habrá matrimonios entre robots y seres humanos. ¿Cuál es según usted el Rubicón a partir del cual empezaremos a considerarlos no como aparatos sino como semejantes?

R.- Quizá cuando creemos robots capaces de percibir nuestro estado de humor y comportarse de acuerdo con él. Cuando usted va al hospital, le ponen unos sensores que miden su presión arterial o el pulso cardiaco… Son aparatos hoy por hoy muy grandes, pero la ciencia los creará mucho más pequeños. Sensores que puedan evaluar nuestro estado de humor. Hoy ya existen aparatos que pueden evaluarlo con un 70% de acierto pero piense en el futuro. Cuando estos dispositivos sean más precisos y se puedan implantar dentro de un robot, éste podrá decir si estás enfadado o feliz. Y si estás enfadado, tratará de averiguar el motivo y de cambiar tu estado de humor. Si lo logra por ejemplo con un abrazo, aprenderá de la experiencia y hará lo mismo la próxima vez. Serán más agradables que las personas.

Fuente: El Mundo


Ejemplar del libro 'Love and Sex with Robots' (Sexo y amor con robots) del experto en inteligencia artificial David Levy.

Quantum opina:

Los científicos trabajan en materia de personalidad artificial, emoción y conciencia, y algunos robots parecen ya como si estuviesen vivos. Sin embargo llegar a relaciones amorosas es completamente diferente, y uno de los asuntos más difíciles de todas es la conversación. Los estudiosos de la ética y la moral afirman y creen que aunque un robot esté programado para que tenga la habilidad de poder “reflexionar” con las personas y poder entablar una comunicación “casi humana”, no puede o no podrá asumir una relación afectiva con un ser humano porque esa capacidad es propia de un ser humano, y no de una máquina que solamente esta programada para cumplir estrictamente las instrucciones con las que fueron programadas.

En 'Love and Sex with Robots' (Sexo y amor con robots), título de su último libro, Levy predice que "los robots se volverán más humanos en la apariencia, funciones y personalidad que mucha gente se enamorará de ellos, tendrá sexo con ellos y hasta se casará con ellos. Dentro de 40 años estas máquinas serán capaces de emitir “sonidos agradables” cuando los humanos acaricien sus “zonas erógenas”. Mi predicción es que alrededor del 2050, el estado de Massachussets será el primero en legalizar los matrimonios con robots", dijo David Levy.

Frente a estas afirmaciones, a Levy le han salido detractores, como el roboticista Ronald Arkin del Instituto de Tecnología de Georgia, quien afirma "si tú me preguntas si los humanos querrán casarse con un robot, mi respuesta sería probablemente no. Pero habrá gente para todo. Hay personas que ahora mismo se casarían con algún juguete sexual", decía Arkin al portal 'Livescience.com'.

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24 junio 2010

Universo Holográfico, Michael Talbot (2 de 2)




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Al comienzo de su carrera, Pribram se enfrentó con una prueba de temple parecida. En 1935, un neurólogo portugués llamado Egas Moniz ideó lo que creía que era un tratamiento perfecto para las enfermedades mentales. Descubrió que perforando el cráneo de un individuo con un instrumento quirúrgico y separando la corteza prefrontal del resto del cerebro podía hacer que los pacientes más problemáticos se volvieran dóciles. Llamó al procedimiento lobotomía prefrontal, el cual, en la década de 1940, se había convertido en una técnica médica tan popular que Moniz recibió el premio Nobel. En los años cincuenta el procedimiento conservaba su popularidad y, al igual que las escuchas de McCarthy, se convirtió en una herramienta para acabar con las personas indeseables, culturalmente hablando. Su utilización con esa finalidad estaba tan aceptada que el cirujano Walter Freeman, que abogaba abiertamente en favor del procedimiento en Estados Unidos, escribió sin avergonzarse que las lobotomías «hacían ciudadanos americanos buenos» de los inadaptados de la sociedad, los «esquizofrénicos, homosexuales y radicales».

En esa época apareció en escena Pribram. Pero, a diferencia de muchos de sus colegas, él creía que no estaba bien manipular el cerebro de otra persona tan temerariamente. Sus convicciones eran tan profundas que, mientras trabajaba como un joven neurocirujano en Jacksonville (Florida), se opuso a los criterios médicos aceptados de la época y se negó a permitir que se realizaran lobotomías en la sala que estaba bajo su supervisión. Posteriormente, mantuvo en Yale esa misma postura controvertida, y sus opiniones, radicales en aquel entonces, casi le hicieron perder su trabajo.

El compromiso de Bohm y Pribram para mantener aquello en lo que creían, sin importarles las consecuencias, es evidente también en lo que se refiere al modelo holográfico. Exponer su nada desdeñable reputación apoyando una idea tan polémica no es el camino más fácil que podían haber tomado cada uno de ellos. Tanto el valor como la visión que ambos demostraron en el pasado da importancia nuevamente a la idea holográfica.

Un mismo objeto tiene diversas afirmaciones según el punto de vista en que se observe.


Por último, otro indicio favorable al modelo holográfico es lo paranormal mismo. No se trata de un asunto menor, porque en las últimas décadas se ha acumulado un extraordinario conjunto de pruebas que sugiere que nuestra interpretación actual de la realidad, la imagen sólida y confortable del mundo de palos y piedras que aprendimos todos en las clases de ciencias del instituto, es una imagen equivocada. Como ninguno de los modelos científicos clásicos puede explicar los descubrimientos paranormales, la ciencia en general prescinde de ellos. No obstante, el volumen de indicios acumulados ha llegado a un punto que hace que la situación sea insostenible.

Por poner un solo ejemplo, en 1987 el físico Robert G. Jahn y la psicóloga clínica Brenda J. Dunne, ambos de la Universidad de Princeton, anunciaron que, tras una década de experimentación rigurosa en el Princeton Engineering Anomalies Research Laboratory, habían acumulado datos inequívocos de que la mente puede interaccionar físicamente con la realidad física. Más en concreto, Jahn y Dunne averiguaron que los seres humanos son capaces de influir en el funcionamiento de cierta clase de máquinas simplemente con la concentración mental. Era un descubrimiento asombroso que no tenía explicación con arreglo a la imagen habitual de la realidad.

Sin embargo, se puede explicar de acuerdo con la idea holográfica. Y a la inversa, los acontecimientos paranormales, como no se pueden explicar según nuestra interpretación científica actual, piden a gritos una forma nueva de contemplar el universo, un paradigma científico nuevo. El hecho de que nuestra visión científica actual no pueda explicar lo paranormal es sólo una de las razones que justifica que siga siendo un tema tan controvertido. Otra de esas razones es que muchas veces es muy difícil captar con precisión el funcionamiento psíquico en el laboratorio, lo cual ha llevado a muchos científicos a concluir que por lo tanto no existe.

los seres humanos somos capaces de influir en el funcionamiento de cierta clase de máquinas simplemente con la concentración mental.


Una razón todavía más importante es que la ciencia, contrariamente a lo que muchos de nosotros hemos llegado a creer, no está libre de prejuicios. Desgraciadamente es una situación que se da con frecuencia en la investigación de lo paranormal. En un artículo reciente publicado en American Psychologist, el psicólogo de Yale Irving L. Child examinaba el tratamiento que la comunidad científica establecida había dado a una serie muy conocida de experimentos PES con el sueño, llevados a cabo en el Centro Médico Maimónides de Brooklyn, Nueva York. A pesar de que los experimentos habían revelado datos espectaculares en apoyo de la PES (percepción extrasensorial), Child averiguó que la comunidad científica había prescindido del trabajo casi por completo. Y más penoso aún fue el descubrimiento de que el puñado de publicaciones científicas que se habían tomado la molestia de comentar los experimentos, había «tergiversado» la investigación tan gravemente que su importancia quedó completamente oscurecida.

¿Cómo es posible? Una razón es que la ciencia no es siempre tan objetiva como nos gustaría creer. Miramos a los científicos con un cierto temor reverencial y cuando nos dicen algo estamos convencidos de que tiene que ser verdad. Olvidamos que son humanos simplemente y están sujetos a los mismos prejuicios religiosos, filosóficos y culturales que el resto de nosotros. Es una pena porque, como pondrá de manifiesto el libro, hay una gran cantidad de indicios que demuestran que el universo abarca bastante más de lo que permite nuestra cosmovisión actual.

Ahora bien, ¿por qué la ciencia opone tanta resistencia a lo paranormal en particular? Esta cuestión es más difícil. Según el doctor Bernie S. Siegel, cirujano de Yale y autor del libro, éxito de ventas, Amor, medicina milagrosa, al comentar la resistencia que encontraron sus opiniones poco ortodoxas sobre la salud, se debe a que la gente es adicta a sus creencias. En su opinión, por eso hay personas que se comportan como los adictos cuando intentan cambiar sus creencias.

Portada de la obra "El Universo Holográfico" de Michael Talbot.


Parece que la observación de Siegel encierra una gran verdad, que tal vez es ése el motivo de que muchas de las revelaciones y los avances más importantes de la civilización fueran recibidos, en un principio, con un rechazo apasionado. Somos adictos a nuestras creencias y actuamos como adictos cuando alguien intenta arrancarnos el opio poderoso de nuestros dogmas. Y como la ciencia occidental ha dedicado varios siglos a no creer en lo paranormal, no va a renunciar a su adicción a la ligera.

Finalmente, teniendo en cuenta que el concepto holográfico todavía es una idea en ciernes y un mosaico de muchas opiniones e indicios distintos, algunos han argüido que no debería ser llamado modelo o teoría hasta que los divergentes puntos de vista se integren en un todo unificado. Como consecuencia, algunos investigadores se refieren a esos pensamientos como el paradigma holográfico. Otros prefieren llamarlo analogía holográfica, metáfora holográfica, etcétera.

By Michael Talbot (Holographic Universe)


Quantum opina:

Lo anterior es la introducción con la cuál Michael Talbot nos presenta su obra "El Universo Holográfico". En ella el autor nos desvela curiosos fenómenos que no tienen explicación para la ciencia moderna, pero que sí pueden interpretarse mediante la física cuántica o modelos teóricos como el paradigma holográfico. Según él, el universo es un gigantesco holograma, una proyección tridimensional que nuestra mente se encarga de recrear, y la realidad tangible de nuestras vidas cotidianas es realmente una ilusión, igual que una imagen holográfica. Algo que el hinduismo ha expresado bajo su concepto filosófico, bajo el nombre de "Maia" (aquello que no es más que apariencia, ilusión o quimera); En esta ocasión, la obra nos muestra, desde el punto de vista científico que, el tiempo y el espacio no son más que productos de nuestra manera de percibir lo que nos rodea, pero estamos tan «programados» para aceptar estos conceptos como categorías absolutas que nos cuesta incluso imaginarlo.

El paradigma holográfico no sólo sirve para explicar fenómenos de la física y la neurología que la ciencia clásica es incapaz de interpretar, sino que pone de manifiesto que la ciencia no esta libre de prejuicios ni es tan objetiva como nos quieren hacer creer los científicos, ya que el universo abarca bastante más de lo que nos permite percibir nuestros sentidos. Una obra interesante que recomiendo para todo aquel que, en algún momento de su vida se haya detenido a pensar el porque de aquello que nos rodea.

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21 junio 2010

Universo Holográfico, Michael Talbot (1 de 2)




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Hay indicios que sugieren que nuestro mundo y todo lo que contiene, desde los copos de nieve hasta los arces y desde las estrellas fugaces a los electrones en órbita, también son imágenes fantasmales solamente, proyecciones de un nivel de realidad tan alejado del nuestro que está literalmente más allá del espacio y del tiempo. En pocas palabras, que nuestro universo mismo es una especie de holograma gigante.

Los artífices principales de esta asombrosa idea son dos de los pensadores más eminentes del mundo: David Bohm, físico de la Universidad de Londres, protegido de Einstein y uno de los físicos teóricos más respetados, y Karl Pribram, un neurofisiólogo de la Universidad de Standford, autor del texto clásico de neurofisiología "Lenguajes del cerebro (Languages of the Brain)". Lo intrigante es que Bohm y Pribram llegaron a sus conclusiones respectivas de manera independiente, mientras trabajaban desde dos direcciones muy diferentes. Bohm sólo se convenció de la naturaleza holográfica del universo tras años de insatisfacción con la incapacidad de las teorías clásicas para explicar los fenómenos que encontraba en la física cuántica. Pribram se convenció por el fracaso de las teorías clásicas del cerebro para explicar varios enigmas neurofisiológicos.

Sin embargo, una vez que formaron sus opiniones, Bohm y Pribram se dieron cuenta enseguida de que el modelo holográfico explicaba también otros muchos misterios, entre los que se cuentan la aparente incapacidad de cualquier teoría, por exhaustiva que fuera, para explicar todos los fenómenos de la naturaleza; la capacidad de los individuos que sólo oyen por un oído para determinar la dirección de la que proviene el sonido; y nuestra capacidad para reconocer la cara de alguien a quien no hemos visto en muchos años, aunque haya cambiado considerablemente desde entonces.

El modelo holográfico podría explicar las experiencias cercanas a la muerte.

Pero lo más asombroso del modelo holográfico era que de repente hacía que cobrara sentido una amplia gama de fenómenos tan difíciles de entender que habían sido encuadrados por lo general fuera del ámbito de la interpretación científica. Entre ellos figuran la telepatía, la precognición, el sentimiento místico de unidad con el universo y hasta la psicoquinesia o la capacidad de la mente para mover objetos físicos sin que nadie los toque.

En efecto, el grupo de científicos, cada vez más numeroso, que llegó a abrazar el modelo holográfico, enseguida vio que ayudaba a explicar prácticamente todas las experiencias paranormales y místicas; en la última media docena de años ha seguido impulsando a muchos investigadores y ha arrojado luz sobre un conjunto creciente de fenómenos anteriormente inexplicables. Por ejemplo: En 1980, un psicólogo de la Universidad de Connecticut, el doctor Kenneth Ring, planteó que el modelo holográfico podía explicar las experiencias cercanas a la muerte. El doctor Ring, presidente de la Internacional Association for Near-Death Studies, cree que tales experiencias, así como la muerte misma, en realidad no son más que el cambio de la consciencia de la persona de un nivel del holograma de la realidad a otro.

En 1985, el doctor Stanislav Grof, director de investigación psiquiátrica en el Maryland Psychiatric Research Center y profesor colaborador de psiquiatría en la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, publicó un libro en el que llegaba a la conclusión de que los modelos existentes de neurofisiología cerebral eran inadecuados y que sólo el modelo holográfico podía explicar cosas tales como las experiencias arquetípicas, los encuentros con el inconsciente colectivo y otros fenómenos inusuales que se experimentan en los estados alterados de la consciencia.

Michael Talbot.


En la reunión anual de 1987 de la Asociación para el Estudio de los Sueños que se celebró en Washington D.C., el físico Fred Alan Wolf dio una charla en la que aseguraba que el modelo holográfico explica los sueños lúcidos (sueños inusualmente vívidos en los que la persona que los tiene se da cuenta de que está despierta). Wolf cree que esos sueños son en realidad visitas a realidades paralelas y que el modelo holográfico permitirá desarrollar finalmente una «física de la consciencia» que nos capacitará para empezar a explorar a fondo los niveles de existencia de esas otras dimensiones.

En su libro titulado Sincronicidad: puente entre mente y materia, de 1987, el doctor F. David Peat, físico de la Universidad Queen's de Canadá, afirmaba que se puede explicar la sincronicidad (coincidencia tan inusual y tan significativa psicológicamente hablando que no parece ser sólo fruto del azar) con el modelo holográfico. En su opinión, coincidencias como ésas son realmente «fallos en el tejido de la realidad» y revelan que los procesos del pensamiento están conectados con el mundo físico mucho más íntimamente de lo que se ha sospechado hasta ahora.

Muchas son extraordinariamente polémicas. En efecto, el modelo holográfico en sí es un tema muy debatido y la mayoría de los científicos no lo acepta bajo ningún concepto. Sin embargo, lo apoyan muchos pensadores importantes y admirables que creen que puede ser la imagen más precisa de la realidad que tenemos hasta la fecha.

Portada de la obra "El Universo Holográfico".


(Continuará)


By Michael Talbot (Holographic Universe)


Quantum opina:

Lo anterior es la introducción con la cuál Michael Talbot nos presenta su obra "El Universo Holográfico". En ella el autor nos desvela curiosos fenómenos que no tienen explicación para la ciencia moderna, pero que sí pueden interpretarse mediante la física cuántica o modelos teóricos como el paradigma holográfico. Según él, el universo es un gigantesco holograma, una proyección tridimensional que nuestra mente se encarga de recrear, y la realidad tangible de nuestras vidas cotidianas es realmente una ilusión, igual que una imagen holográfica. Algo que el hinduismo ha expresado bajo su concepto filosófico, bajo el nombre de "Maia" (aquello que no es más que apariencia, ilusión o quimera); En esta ocasión, la obra nos muestra, desde el punto de vista científico que, el tiempo y el espacio no son más que productos de nuestra manera de percibir lo que nos rodea, pero estamos tan «programados» para aceptar estos conceptos como categorías absolutas que nos cuesta incluso imaginarlo.

El paradigma holográfico no sólo sirve para explicar fenómenos de la física y la neurología que la ciencia clásica es incapaz de interpretar, sino que pone de manifiesto que la ciencia no esta libre de prejuicios ni es tan objetiva como nos quieren hacer creer los científicos, ya que el universo abarca bastante más de lo que nos permite percibir nuestros sentidos. Una obra interesante que recomiendo para todo aquel que, en algún momento de su vida se haya detenido a pensar el porque de aquello que nos rodea.


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11 junio 2009

El mundo sin nosotros, Alan Weisman




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Qué pasaría si, de la noche a la mañana, la Humanidad se esfumara de la faz de la Tierra? ¿Durante cuánto tiempo perdurarían nuestras obras y nuestra influencia sobre el ambiente? ¿Cómo se las arreglaría el mundo sin nosotros? Esta intrigante premisa se plantea en esta línea de tiempo, en donde vemos qué sucedería con el legado de la Humanidad -lo bueno y lo malo- con el paso de los años.

En su libro “El mundo sin nosotros“, el periodista Alan Weisman especuló con rigor científico sobre cuánto tiempo perdurarían en nuestro planeta las huellas dejadas por el Hombre, y de esta manera analizar el impacto de las acciones de la Humanidad sobre el ambiente desde una nueva y original perspectiva.

Centrada en una ciudad de New York hipotéticamente desprovista de toda vida humana, la obra de Alan Weisman analiza, año tras año, siglo tras siglo, milenio tras milenio e incluso en períodos de millones de años, las consecuencias de la desaparición repentina de los seres humanos. El libro nos ofrece una valiosa herramienta para reflexionar sobre el importante papel que nos toca en el concierto de la Naturaleza, y qué debemos hacer para dejar un digno legado de nuestro paso por la Tierra.
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De su obra se extrae en detalle la evolución en el tiempo de un mundo sin nosotros, veamos...

2 días: A sólo 48 horas de la desaparición de la Humanidad, los subterráneos de New York se inundan irremediablemente debido a la interrupción de los sistemas de bombeo de agua.

7 días: El suministro de combustible de emergencia para los generadores que refrigeran el núcleo de los reactores nucleares, se agota por completo.

1 año: En todo el planeta, más de mil millones de aves sobreviven cada año al apagarse las luces de advertencia de las torres y antenas de comunicaciones, y al enfriarse los cables de alta tensión. Los animales comienzan a regresar lentamente a las inmediaciones de las centrales nucleares incendiadas o derretidas, a medida que desciende la radiación.
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3 años: Por la falta de calor, revientan las tuberías de las ciudades de las regiones más frías. Los escapes de gas provocan enormes incendios que sólo podrán apagarse con fuertes lluvias. Los edificios comienzan a crujir: aparecen grietas y las estructuras se vuelven inestables. La falta de un ambiente tibio provoca la desaparición de las cucarachas en las ciudades de temperatura templada, luego de uno o dos inviernos.
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10 años: La erosión causada por las goteras y la acción combinada de los elementos terminan derrumbando un gran número de techos de viviendas.
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20 años: Las columnas de hierro que soportan las vías férreas aéreas de New York están completamente corroídas. El Canal de Panamá desaparece por el avance de la vegetación y las Américas quedan unidas nuevamente. Las verduras se degradan hasta volver a convertirse en especies no comestibles.
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100 años: Con la desaparición del tráfico de marfil, el medio millón de elefantes sobrevivientes un siglo atrás, se ha multiplicado por veinte. Las poblaciones de pequeños depredadores -mapaches, comadrejas, zorros- se encuentran en retroceso y en peligro de extinción debido a la aparición de un nuevo competidor altamente voraz e implacable: el antiguo gato doméstico.
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300 años: Los puentes colgantes terminan de derrumbarse. Las paredes de numerosos diques ya no resisten la falta de mantenimiento y las fugas de agua inundan las ciudades cercanas.
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500 años: Los suburbios de las ciudades son invadidos por los bosques. Los árboles crecen entre restos de vajilla, electrodomésticos e implementos de cocina de aluminio y acero inoxidable.

15 mil años: Los muros de New York y otras grandes metrópolis sucumben finalmente ante el avance de los glaciares. Las únicas estructuras que perduran relativamente intactas en el mundo son las subtérraneas; como por ejemplo, el túnel del Canal de la Mancha.
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35 mil años: Los residuos de plomo que contaminaron el ambiente durante la época en que los humanos aún caminaban sobre la Tierra, por fin pudieron ser absorbidos y degradados por la Naturaleza. Pero otros compuestos, como el cadmio, tendrán que esperar otros 75 mil años.

100 mil años: Los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera regresan a los valores existentes antes de la desaparición de la Humanidad (aunque esto tal vez podría tomar un poco más de tiempo).
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250 mil años: Los niveles de radiación de plutonio contenidos en las bombas nucleares (cuyas carcazas han desaparecido por la corrosión muchos, muchos milenios antes) son absorbidos finalmente por el suelo y ya no representan una amenanza.

10.2 millones de años: Las esculturas de bronce aún siguen siendo reconocibles.

3,000 millones de años: La vida persiste sobre la Tierra, aunque de formas que ni siquiera somos capaces de imaginar.

4,500 millones de años: El medio millón de toneladas de uranio 238 presente sólo en los Estados Unidos, llega a la mitad de su ciclo de vida. La Tierra comienza a calentarse debido a la expansión del Sol. Al menos durante mil millones de años más, las formas de vida dominantes serán los microorganismos, tal como en los comienzos de la vida sobre el planeta.

6,500 millones de años: La Tierra se derrite por influencia del Sol, que ya ha absorbido a los demás planetas interiores, marcando el final inevitable de nuestro planeta.
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Por siempre las señales de comunicaciones de radio y televisión transmitidas por la Humanidad durante su breve paso por el planeta Tierra, continuarán viajando a través del espacio como única huella de nuestra remota existencia. Habremos desaparecido, pero solo millones de años despues, la Tierra (nuestro antiguo hogar), seguirá nuestros pasos.
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Juan Carlos Jiménez



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