Después del impacto la tierra estuvo inmersa en un caos total. Ocurrieron grandes incendios originados a causa de una temperatura de hasta 20 mil grados centígrados que se registraron en todo el continente Americano; se presentaron terremotos cuyas intensidades oscilaron de 14 a 16 grados Richter y que derivaron en otras perturbaciones sísmicas y en numerosas erupciones volcánicas. Además, se hicieron presentes intensas lluvias de carácter ácido y se formaron inmensas olas, que en la actualidad se conocen como tsunami (palabra derivada del idioma japonés), que viajan de forma horizontal a velocidades de hasta 750 kilómetros por hora y alcanzan de entre 15 a 30 metros de altura. En el caso del impacto de Chicxulub se ha calculado que las tsunamis pudieron haber alcanzado alturas de 100 a 200 metros, indica el geólogo José Manuel Grajales Nishimura, investigador adscrito al Programa de Yacimientos Naturalmente Fracturados, del Instituto Mexicano del Petróleo (IMP).
A causa de lo inmenso del impacto, la tierra sufrió importantes cambios, que acabaron de forma masiva con cerca del 70 por ciento de las formas de vida que existían en esa época (límite del periodo Cretácico Terciario, mejor conocido como K-T), entre ellas la de los dinosaurios. "Por varios meses, e incluso, años la tierra estuvo inmersa en oscuridad total, debido a los polvos (cenizas) y humos arrojados y distribuidos a nivel global que paulatinamente impidieron el paso de los rayos solares; como consecuencia se presentó un intenso frío invernal que, de igual manera, tuvo una duración de varios años y que destruyó la flora (a falta de fotosíntesis) y con ella la cadena alimenticia".
Investigaciones científicas
En la década de los sesenta, Petróleos Mexicanos (Pemex) exploró por primera vez el área donde se encuentra el cráter de Chicxulub, sin saber que allí se localizaba dicho cráter. En esos años se creía que era posible encontrar petróleo, pero hasta el momento no se han localizado hidrocarburos. Para el año de 1980 el geofísico de Pemex Antonio Camargo realizó una investigación con el fin de estudiar estructuras que pudieran contener petróleo, pero descubrió una depresión que pensó podría deberse al impacto de un meteorito, o bien tendría una relación directa con un volcán, refiere el geólogo Grajales Nishimura.
Sin embargo, después de diversas investigaciones científicas que comprendían estudios de geología, mineralogía y tectónica de la Península de Yucatán, el ingeniero Camargo junto con otros especialistas de diversos países indicaron que los rasgos de deformación planar presente en las rocas del cráter Chicxulub, únicamente podrían tener como origen el impacto de explosiones nucleares o de objetos extraterrestres. Asimismo, localizaron en el sitio minerales con estructuras de deformación planar, asociados con el vidrio (roca fundida). Otro importante punto de comprobación de su origen fue la localización (fuera de la zona de Chicxulub)de un elemento químico llamado iridio. El iridio pertenece al grupo del platino y es muy escaso en la tierra, pero en los meteoritos y en diversos objetos extraterrestres se le encuentra de forma abundante. Este elemento se depositó, junto con otros sedimentos, en la capa de la tierra durante el límite de la época Cretácea Terciario (K-T).
Las primeras investigaciones del IMP
En 1991, investigadores del IMP colaboraron en la realización de nuevos estudios con el grupo de trabajo del doctor Walter Alvarez, de la Universidad de California y gran investigador del cráter, refiere el geólogo Grajales Nishimura. Los estudios comprendieron el análisis de diversas rocas y elementos, ligados al impacto en Chicxulub. Al siguiente año, los científicos del IMP publicaron en la revista Science un artículo referente al estudio y análisis de ciertas rocas de fusión extraídas de la zona mediante una perforación de Pemex. "Dichas rocas tenían 65 millones de años, edad que refuerza la relación entre el impacto y el tiempo en que ocurrió la extinción en masa (no total), incluyendo la de los dinosaurios".
Desde el inicio de la década pasada, los investigadores del IMP han colaborado de manera permanente en los diversos estudios de cráter Chicxulub.
Existe petróleo o no
A decir del geólogo Grajales Nishimura, en la zona del impacto no existe roca orgánica que pudiera generar hidrocarburos. En cambio, los yacimientos de la zona marina que se encuentran en el Golfo de México tienen una relación directa con el impacto. "La brecha carbonatada de edad K-T y que almacena hidrocarburos, tiene su origen a consecuencia de la sismicidad, sedimentación de diversos materiales y perturbación marina por tsunamis". Además, un gran porcentaje la capa del sello superior del yacimiento (de la zona marina) está compuesta por minerales arcillosos formados por la alteración de material vítreo proveniente del impacto de Chicxulub.
La Teoría Alvarez
Se conoce como Teoría Alvarez a la propuesta del doctor Wilson Alvarez, profesor de geología y geofísica de la Universidad de California, Berkeley, miembro de la Academia Nacional de Ciencias estadunidense e investigador del cráter. Dicha hipótesis (publicada en 1980 en la revista Science) postuló que las extinciones masivas que marcaron el fin de la Era Mesozoica y el inicio de la Cenozoica, se debían al impacto de un inmenso meteorito. La Teoría Alvarez estaba basada en los estudios que registraron los científicos y colaboradores de Alvarez, en los cuales se hacía referencia al anómalo alto contenido de iridio en la capa de arcilla que marca el límite entre estas dos eras.
El artículo documentó interpretaciones a las consecuencias de un impacto de esa magnitud. ¿Si hubo un gran impacto, dónde está el cráter? A partir de esas declaraciones diversos grupos de investigadores en el orbe se dieron a la tarea de localizar el cráter que posiblemente hubiera dejado el impacto del objeto extraterrestre, explica el geólogo del IMP.
Lo más reciente
En la actualidad existe un grupo de investigación internacional, liderado por los Institutos de Geología y Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que realizarán un estudio muy preciso de las rocas perturbadas por el impacto, así como de aquéllas que se generaron después del mismo. Para ello, se perforará la estructura del cráter profundidades de 2.5 kilómetros.
A su vez, los investigadores del Instituto Mexicano del Petróleo desarrollarán estudios de sedimentología, geoquímica y, probablemente, de paleontología en las muestras obtenidas. En el proyecto también participarán especialista de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), la Universidad de Yucatán y del Programa Internacional de Perforación Científica Continental (ICDP por sus siglas en inglés). En esa tarea, los investigadores del IMP se están apoyando en diversas técnicas tales como la sedimentología, micropaleontología, geoquímica y geocronología, entre otras.
El objetivo fundamental del estudio multidisciplinario es establecer, con mayor particularidad, qué ocurrió en los instantes subsecuentes al impacto, cómo afectó los sistemas de soporte de la vida y qué sucedió con el clima, entre otras incógnitas científicas.
Finalmente, aunque Chicxulub posea un cráter de impacto realmente conservado, Grajales Nishimura señala que la perforación de la corteza del cráter es difícil y cara, en especial si se pretende recuperar, a manera de columnas, muestras continuas de roca. Cabe destacar que la mayoría de estos procesos de perforación se realizan con el fin de encontrar roca generadora de petróleo, y no con fines netamente académicos, como en este caso.
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