El telescopio más famoso de la historia, el Hubble, está a punto de ser sometido a cirugía mayor. Si todo sale bien, a finales de mes estará renovado y en condiciones de seguir ofreciendo sus magníficas prestaciones a los astrónomos, posiblemente durante cuatro o cinco años más.
La cirugía en órbita no es sólo de mejora, con la instalación de dos cámaras de última generación y la reparación de dos de las existentes, sino que también es necesaria, porque el observatorio sufre averías graves. Esta será la quinta y última visita de los astronautas al Hubble, que se desplegó en órbita el 25 de abril de 1990.
El lanzamiento del transbordador Atlantis, con los siete astronautas encargados de poner a punto el telescopio, está programado para éste lunes. La misión se inicia con varios meses de retraso debido a una avería importante inesperada de la unidad de control del telescopio, el pasado septiembre, cuando el Atlantis estaba a punto de partir. La NASA decidió incorporar la reparación de este sistema en el plan de vuelo y, como hacía falta una preparación específica, lo aplazó. En realidad esta misión se diseñó hace años, pero se canceló cuando, tras el accidente del transbordador Columbia, en 2003, se consideró que el viaje al telescopio era demasiado peligroso. Finalmente, se volvió a incluir en el calendario, tomando medidas de seguridad especiales.
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La verdad es que el Hubble dio un serio disgusto a los astrónomos, a la NASA y a la Agencia Europea del Espacio (socia del programa) cuando se descubrió que se había puesto en órbita con un espejo defectuoso. Pero desde 1993, cuando se corrigió en la primera misión de mantenimiento, ha dado una satisfacción detrás de otra.
Ahora la tripulación del Atlantis tiene el objetivo y la responsabilidad de hacer que siga siendo una máquina clave de la astronomía mundial, dado que su utilización y los datos que obtiene son accesibles para toda la comunidad científica internacional (aunque para obtener tiempo de observación, por supuesto, hay que pasar una rigurosa evaluación).
Los astronautas tienen un duro plan de trabajo por delante. En 11 días tienen que llegar al Hubble, agarrarlo y fijarlo en la bodega del Atlantis y empezar las reparaciones. Para algunos de ellos el telescopio es un viejo conocido, ya que han protagonizado anteriores misiones de servicio, pero para otros será no sólo la primera vez que vean de cerca el famoso telescopio sino que su estreno en el espacio.
Uno de los más veteranos es el comandante Scott Altman, piloto de pruebas de la Marina, de 50 años, con tres misiones espaciales a su espalda, incluida una al telescopio. El piloto Gregory C. Johnson, los especialistas de misión Michael Good y Andrew Fuestel, así como la ingeniera Megan McArthur, son todos ellos los novatos. John Grunsfeld, responsable de los paseos espaciales y encargado él mismo de realizar tres de ellos, cumple ahora su cuarto vuelo (dos al Hubble). Por último, Michael Massimino, también especialista de misión, realiza su segunda misión en el transbordador.
En resumen, cuatro de ellos se encargarán de hacer los cinco paseos espaciales, dificilísimos, peligrosos, ensayados y medidos hasta la saciedad. El Hubble, con una masa de 11 toneladas y 13,3 metros de longitud, está en órbita terrestre a 550 kilómetros de altura.
Cuatro días después de la partida del Atlantis, empezarán las reparaciones. Lo primero será cambiar la actual cámara de amplio campo del telescopio por una nueva, más moderna, la WFC-3, de 450 kilos. Además, los astronautas instalarán un adaptador que permitirá en el futuro enganchar un módulo robótico al Hubble capaz de impulsarlo y dirigirlo hacia su destrucción en la atmósfera terrestre o en el océano. También habrá que cambiar los tres pares de giróscopos que sirven para orientar el telescopio, como unas baterías, la unidad de control averiada y unas mantas de protección térmica, así como un sensor que sirve para determinar la posición y movimiento de los astros.
Grunsfeld y Good se encargarán, en el tercer paseo espacial, de retirar el artilugio instalado en 1993 para corregir la óptica defectuosa y pondrán en el hueco el segundo instrumento astronómico nuevo, el espectrógrafo COS. Además, arreglarán el alimentador de otra de las cámaras, estropeada desde 2007. Es una de las operaciones más delicadas de la misión, porque tendrán que quitar tornillos muy pequeños, nunca diseñados para ser manipulados en un paseo espacial y, por tanto, difíciles de manejar con los trajes y guantes de astronauta.
Con las nuevas cámaras y las antiguas reparadas, el Hubble podrá ver más lejos aún en el universo profundo; observará mejor la evolución de las galaxias y permitirá conocer las poblaciones estelares; también ayudará a profundizar en el estudio de la materia oscura y la energía oscura. El COS está diseñado para estudiar la estructura a gran escala del universo, y la formación y evolución de galaxias y sistemas planetarios.
Fuente: El País.
1 comentarios:
Gracias por la información.Precisamente, estoy estudiando el cosmos y los objetos tecnológicos de exploración con mis alumnos.
saludos a mis niños de tercero Star del colegio British Royal School.
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